La violencia intrafamiliar en la legislaciòn ecuatoriana

Abstract

La violencia intrafamiliar se ha constituido en una de las mayores problemáticas sociales, como un fenómeno generalizado que afecta a un gran porcentaje de familias ecuatorianas. Antiguamente el problema de la violencia era entendido como un asunto privativo de la familia, en tanto que en la actualidad pasa a ser un asunto de preocupación tanto de la sociedad como del Estado, ya que afecta la salud mental de buena parte de la población, aunque aparentemente los tiempos han cambiado, en nuestras sociedades modernas la historia se repite diariamente. De hecho aún no se reconocen y respetan totalmente los derechos que tienen los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, los mismos que se encuentran plasmados en el Art. 44 de la Constitución de la República y que tiene concordancia con el Art. 11 del Código de la Niñez y Adolescencia, que hacen referencia a los niños, niñas, adolescentes, mujeres, ancianos y otros grupos minoritarios reproduciéndose de esta forma una relación de dominación de carácter histórico de allí que se impulsó por parte de organizaciones de mujeres, la Ley Contra la Violencia de la Mujer, instrumento legal que nos va permitir visualizar la gravedad y trascendencia del problema de violencia intrafamiliar, ya que en la actualidad a través de las denuncias presentadas, se tiene estadísticas ciertas del número de casos de violencia, así como también se plantean mecanismos preventivos a esta problemática, uno de los principales problemas que enfrenta nuestra sociedad y que se ha acentuado en los últimos años constituye la alteración del núcleo familiar manifestada por una serie de acciones violentas dirigida sobre todo a las mujeres, niños, niñas y adolescentes situación que se transmite de generación en generación, afectando especialmente a hogares donde sufren de limitaciones sociales, económicas y creencias culturales arraigadas. El interés práctico en el campo jurídico que pienso dar a través de la presente Tesis es poner en evidencia la existencia de la Violencia Intrafamiliar en la célula de la sociedad que es la familia y que a su vez busca el ejercicio de los derechos humanos, y es por ello que se busca alertar específicamente que los actos de violencia cometidos contra la mujer se sustentan en las relaciones inequitativas de género, se expresa en los diferentes espacios de la vida social, en la relación de pareja, la familia, el ámbito laboral, el educativo, social, instituciones públicas o privadas, los medios de comunicación, etc. Nuestro interés por enfocar dentro del marco general de la violencia aquella que tiene lugar en el ámbito familiar, se origina en diversos propuestas: en primer término pensamos que, dada la importancia que tiene la familia en la formación de los sujetos, una disminución en los niveles de violencia en la misma puede tener efectos positivos en la sociedad; en segundo lugar, juzgamos que es relevante una dinámica familiar exenta de hostilidad, pues el derecho de los ciudadanos a la integridad corporal, física y psíquica que se defiende en todos los foros internacionales y se inserta en las fundamentales expresiones legales, debe, por cierto respetarse en el contexto familiar. Estas preocupaciones o inquietudes han impulsado esta investigación que cuenta con algunos antecedentes en el país, particularmente en el área del menor. En el plano internacional, la violencia doméstica ha sido objeto de innumerables estudios, muchos de ellos proyectados por organismos más representativos del mundo como la ONU, El Consejo de Europa, El Instituto máx. plasn (República de Alemania) El Home Office Research Unit (Inglaterra) y el United Way Of Great Vancouver (Canadá). La violencia domestica no constituye un problema moderno, aun cuando en las últimas décadas la sociedad está interesada en poner de manifiesto el fenómeno y, ello sucede por diversas razones: En primer término, la familia ha dejado de ser un reducto privado, sujeto a las decisiones internas y a la autoridad de quien la gobierna. La protección integral de la familia a la cual se tiende actualmente, ha conducido a la búsqueda de mecanismos que permitan detectar funcionamientos deficientes con vistas a su prevención y tratamiento. En esta perspectiva las agresiones domésticas, constituyen un sistema de distorsiones que el Estado procura enmendar con distintos apoyos. La neutralidad del poder público desaparece ante circunstancias que ponen en peligro la organización familiar; hoy en día, el resguardo de la intimidad doméstica no excluya el auxilio de la comunidad, que solo tiene lugar si se conocen los problemas que afectan a la dinámica familiar. Por esta razón, poner al descubierto a contradicción entre la imagen de la familia como “isla de amor y armonía” y los verdaderos comportamientos violentos que tienen lugar en la misma, no implica un riesgo para la familia como tradicionalmente se consideraba, sino por el contrario un incremento de su bienestar. El aspecto señalado que explica la mayor exhibición del problema con el constante desarrollo de estudios y programas que lo contemplan, no puede pensarse aisladamente sino conectado con la nueva posición de la mujer dentro de la sociedad y la consideración del niño como sujetos de derechos. En suma, así el maltrato familiar se muestra ahora en público, eso es por la existencia de relaciones de poder que lo hacen posible. De esta manera, la violencia doméstica se constituye en dominio del saber, de igual manera que anteriormente otras relaciones de fuerza confinaron tales hechos al silencio. La antigua atribución del pater familias de disponer de la vida de la mujer y de los hijos es reemplazada por el actual poder del estado de amparar la vida, la integridad física, psíquica y la personalidad de los integrantes de la familia; derechos humanos estos que corresponden a todo ciudadano en un verdadero estado de derecho. Este proceso histórico condiciona la recepción de la violencia familiar en el discurso público donde se observa una línea evolutiva que va desde “la voluntad de ignorar (instancia de censura) hasta la voluntad de saber”. La proliferación de estudios sobre violencia doméstica, es pues, resultado del cambio en las relaciones de poder dentro de la familia. Por una parte, la pérdida del poder disciplinario del hombre sobre la mujer, y por otra, los límites que el Estado ha puesto a los padres en su función