La violación perpetrada por menores en el Ecuador

Abstract

Hablar de violación sexual, implica abordar un tema de profunda gravedad, alarma social e impacto psicológico para la víctima o sujeto pasivo del delito, ya que no se puede desconocer las secuelas físicas, mentales y sociales que origina este tipo de delitos execrables, pues la violencia sexual abarca el sexo bajo coacción de cualquier tipo incluyendo el uso de fuerza física, la agresión verbal y psicológica e incluso en muchos de los casos ocurre la muerte de la víctima. Lamentablemente los delitos sexuales no son ajenos a la sociedad ecuatoriana, por el contrario, estos ilícitos, sobre todo los relacionados con la violación, son muy frecuentes y lo que más llama la atención es que no son los adultos los únicos en infringir la ley penal y atentar contra la dignidad y el pudor de las personas, sino que cada vez es más común observar que son también los menores de edad los que asumen este tipo de comportamientos delincuenciales, siendo incluso tan violentos y crueles, como los delincuentes verdaderamente consumados; pues vulneran la ley, libre, voluntaria y conscientemente sin que el sistema penal pueda hacer uso de mecanismos y medidas represivas en su contra, dado que gozan de inimputabilidad, siendo aplicables únicamente medidas socioeducativas, que no constituyen una verdadera sanción penal. El sistema penal ecuatoriano ha resultado ser frágil y carente de efectividad, frente a los índices delincuenciales que se han incrementado alarmantemente, especialmente entre la población juvenil, nuestras instituciones para menores infractores así lo evidencian. Resulta indudable que el menor infractor es una consecuencia directa del medio en que se desenvuelve: en este sentido, la influencia nociva de los diferentes aspectos sociales y familiares se traducen en expresiones de conflicto, aislamiento, rechazo a las reglas, impulsividad, angustia, pobre capacidad para posponer la satisfacción de sus necesidades, baja tolerancia a la frustración. Muestran desde temprana edad uso y paulatinamente abuso de sustancias prohibidas, acentuándose la adicción conforme avanza el tiempo, hasta el grado de convertirse en farmacodependientes. Sin embargo, es hora de que el Estado adecúe su sistema legal para contrarrestar el grado de inseguridad que ha originado la delincuencia juvenil; y en este contexto, el Derecho Penal debe estar preparado para persuadir a la población joven de cometer actos delictivos bajo la amenaza de una sanción penal. Además, los menores de dieciocho años (limite fijado en la ley penal ecuatoriana) tienen la capacidad suficiente para darse cuenta y valorar el contenido de su conducta; es innegable que un menor de dieciocho años y mayores de dieciséis, puede poner en juego su inteligencia y afecto para llegar a realizar un juicio acerca de la conducta que realiza. El desarrollo bio-psico-social necesario para que el sujeto conozca hechos, entienda su trascendencia normativa y adhiera su voluntad y afectividad a la norma puede presentarse antes de que se cumplan los dieciocho años. Frente a estas circunstancias el tratamiento jurídico a los adolescentes tiene que articularse de forma que éste pueda comprender y responder por las consecuencias que la conducta del menor ha tenido sobre las víctimas, directas o indirectas, ya que sólo así podrá incidirse en la asunción de su responsabilidad y en la promoción de cambios de conducta; y a la vez se podrá disuadir a la sociedad para que no incurra en actos delictivos tan graves como la violación sexual.