Necesidad de brindar el reconocimiento y protección a los derechos de las parejas del mismo sexo en las uniones de hecho, para evitar su discriminación y garantizar la protección que el estado y la constitución les da como ciudadanos

Abstract

Se considera que la unión entre personas del mismo sexo es un derecho basado en el reconocimiento de que todo ser humano puede elegir libremente su estado civil, decidir cuándo y con quién quiere vivir unido y formar una familia, porque cada persona humana es valiosa por sí misma, independientemente de sus gustos, su sexo, sus preferencias u orientaciones, y sus decisiones. A causa de esto es que cada persona debe mantener una actitud de respeto hacia las demás personas, de manera que en una sociedad democrática todos han de ser considerados en igualdad de condiciones, independientemente de su orientación sexual, y deben gozar de todos los derechos que el estado reconoce y tener la posibilidad de desarrollarse sin discriminaciones. La unión de hecho además de una libre decisión de la persona, es un contrato reconocido por el Estado. Casarse es un derecho consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y no hay razón alguna que prive de ese derecho a las personas que sienten atracción por las personas del mismo sexo. No se trata solamente de los beneficios que la unión comporta, como el derecho a tener propiedades en común, a heredar del cónyuge o participar de los servicios de seguridad social, sino se trata de que el Estado respete y reconozca la voluntad libre de dos personas que quieran compartir su vida y que deseen darle certeza jurídica a su unión. Estamos inmersos en una sociedad, que va definiendo nuestros roles sociales, cómo debemos actuar y qué debemos pensar. Estas normas sociales pretenden establecer y delimitar, lo correcto de lo incorrecto. Las instituciones existentes se encargan de socializar estas normas, de mantenerlas vigentes, de perpetuarlas y de castigar a quien no las respete. Esto implica que, ser diferente en un mundo así es una cuestión de vasta complejidad. El ser diferente conlleva una serie de consecuencias. Toda persona diferente, perteneciente por tanto a una minoría social es estigmatizada, prejuiciada, marginada y discriminada. Cuando la diferencia toca fibras tan sensibles como los patrones de identificación sexual, la discriminación suele ser mayor. El paradigma dominante, en este caso el heterosexismo, mediante discursos largamente elaborados, denomina como perversas o como enfermas a las personas que osan distinguirse por su comportamiento sexual del comportamiento de la mayoría. En lo que toca a la sexualidad de los individuos, la psiquiatría, la religión y el derecho mismo tienden a definir lo correcto y normal, de lo desviado y anormal, como ocurre específicamente en el caso de los hombres y mujeres homosexuales. La necesidad de brindar el reconocimiento y protección a los derechos de las parejas del mismo sexo en las uniones de hecho, para evitar su discriminación y garantizar la protección que el estado y la constitución les da como ciudadanos, motivo de este trabajo, hace alusión a que en el mundo no debe haber voces excluidas. La Declaración Universal de Derechos Humanos y los instrumentos internacionales de ella derivados se adoptaron para que en el mundo dejara de haber voces excluidas: para que entre los miembros de la familia humana no existan grupos de hombres y mujeres a quienes se pueda marginar del ejercicio cabal de sus derechos y libertades fundamentales.